"Digamos que no tiene comienzo el Titicaca...
empieza por donde lo ves por vez primera
y se te aparece por todas partes..."

El lago Titicaca, ubicado en los territorios de Perú y Bolivia, es el lago más alto del mundo (a unos 3,800 mts. sobre el nivel del mar) y el segundo más grande de Sudamérica (se necesitan 7 días para atravesarlo en barco).

Foto: Atardecer en el Lago Titicaca - L. Sarai 2009

Su profundidad máxima supera los 360 metros y debido a la pureza del aire, el agua es particularmente transparente.

Foto: Llegada al Lago Titicaca en el Atardecer - L. Sarai 2009

Justo ahora que escribo estos datos, es que recuerdo el pasado 13 de mayo cuando pisé por primera vez las tierras que enmarcan al Titicaca. Eran ya casi las 6 de la tarde y el atardecer se hacía presente. El lago parecía que se estaba preparando para dormir pero no hacía más que invitarnos a nosotros, felices viajeros, a sumergirnos en su inmensidad.

Foto: Anocheciendo en el Lago Titicaca - L. Sarai 2009

Esa noche, el Titicaca no sólo nos regalaría la profundidad de sus aguas. También nos dejó vivir la mejor de las noches cuando, en la oscuridad que azotó a Copacabana (lugar por donde llegamos al lago), la Vía Láctea nos saludó en el cielo.

Las palabras me quedarán cortas para expresar lo que sentí cuando salí de la tienda donde compraba unos bordados y junto con mi amiga ecuatoriana miré al cielo. Un manto de estrellas circundadas por un polvo estelar que jamás podría describir. estaba sobre nosotras.

Foto: Lago Titicada desde la Isla del Sol - L. Sarai 2009

Después, un lugareño nos platicó que en ese lugar se ve la Vía Láctea a causa de la ubicación y la altura — jamás veré algo así en México — pensé y corrí con Susi al encuentro de otros amigos que viajaban con nosotros.

Nos recostamos por horas en las arenas del Titicaca a ver cómo las luces parecían que colgaban de unos hilos y se acercaban a nosotros sin chistar. Más tarde, habríamos de caminar al lago para sumergir los pies en las aguas heladas que reflejaban las estrellas mientras Moti tocaba la quena que había comprado un día antes en la ciudad de La Paz, Bolivia.

Foto: Lago Titicaca - L. Sarai 2009

Al día siguiente, cuando el sol proyectaba sus primeros rayos, pedimos permiso al Titicaca para navegar hacia la Isla del Sol. Ahí íbamos, un alemán, un israelí, una ecuatoriana y dos mexicanas mirando al horizonte, contemplando las montañas nevadas que circundan al lago., sintiendo el aire frío en sus caras, sonriendo mientras su corazón saltaba…

NO a la concesión del Lago Titicaca a empresas privadas extranjeras para la explotación de petróleo.
NO a terminar con la fauna y la flora del Titicaca.
NO a permitir la contaminación de uno de los lagos más importantes del mundo.
NO a permitir una vez más el despojo de las tierras de los que ahí habitan.
NO a violar la autonomía de los pueblos Peruanos y Bolivianos.
NO

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