Epifanía
Alison apenas había podido abrir los ojos cuando se encontró con el hedor de la orina fresca. Era consciente de lo que había pasado pero nada podía hacer para mitigar el dolor. Trató de incorporarse pero el asco que le inundaba no le permitía movimiento alguno. Ahí estaba ella, tirada bocarriba sobre un colchón lleno de orina y sangre.
El suave impacto del frasco roto le había transformado, deseaba regresar a la noche anterior en la que había pretendido cambiar la cerradura del apartamento pues él estaba por llegar.
Su rostro apenas era reconocible, no tenía dudas -todas las cerraduras deben ser cambiadas íntegramente -decía para si desde aquella vez que Jorge perdió la razón.
Ahora, a un lado de ella, él yacía inerte con la sonrisa enjugada en lágrimas para no volver jamás.
El suave impacto del frasco roto le había transformado, deseaba regresar a la noche anterior en la que había pretendido cambiar la cerradura del apartamento pues él estaba por llegar.
Su rostro apenas era reconocible, no tenía dudas -todas las cerraduras deben ser cambiadas íntegramente -decía para si desde aquella vez que Jorge perdió la razón.
Ahora, a un lado de ella, él yacía inerte con la sonrisa enjugada en lágrimas para no volver jamás.
1 Comments:
HOLA¡¡¡¡ PROFESORA
ME GUSTO MUCHO LA LECTURA PERO TAMBIEN NO LE ENTENDI EL PRINCIPIO PERO AL ULTIMO ME GUSTO EL RELATO ESPERO QUE TENGA MAS RELATOS O HISTORIAS HACI.
MIRANDA ARANDA IRAZEMA GRUPO:1102
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