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martes, marzo 11, 2008

Cuando Despertó, el Dinosaurio Todavía Estaba Allí. (III Parte)

Ahora, toca el turno a mis estudiantes del 2208. Felicito nuevamente a todos y todas pues han demostrado una disponibilidad excelente para nuestros trabajos en clase. Eso ayuda mucho para que podamos trabajar y hacer muchas cosas más allá de lo que nos impone el limitado programa. Aquí dos historias.
Visitantes, nuevamente apelo a su inquieta criticidad. Esperamos sus comentarios.
Buena Vibra


Rencor Cero
José Carlos Fabián Cruz

Cuando la lluvia ausentaba las calles que a contraluz parecían se llenaban de sangre, un pago para la muerte se efectuaba:
Fors: Aquí está su pago.
Desconfiadamente, el asesino cuenta el dinero minuciosamente.
Petrucci: No es la cantidad que acordamos.
Fors, preocupado, le pregunta tímidamente:
-Fors: ¿de verdad?, (volviendo a contar el fajo de billetes) sí, tiene razón - (tratando de enmendar su error le dice - conté mal. Permítame un momento: (Con rabia) voy por el resto del dinero.
Fors, dándose la media vuelta escucha algo que lo detiene.
Petrucci: No, no se apure. Dejémoslo así. No tiene importancia.
Extrañado de la reacción de Petrucci le replicó fuertemente:
Fors: ¿Qué dice? Clero que tiene importancia. (Sabiendo que la muerte de aquella persona que lo hizo sufrir tiene que valer lo suficiente) le doy lo que acordamos.
Pero aunque no era lo pactado, con solo el hambre de saciar su instinto con muerte, Pretucci le replicó enfadado y con navaja en mano:
Petrucci: no hace falta.
Se da la media vuelta y se va.
Fors, confundido, sabe que una muerte se efectuará después de dejarlo ir.
Lamentable Equivocación
Brenda Badillo
Hace algún tiempo, durante una reunión familiar, Fernando empezó a sentirse muy mal, le dolía el estómago, pero su familia no sabía qué darle para disminuir su dolor y decidieron llevarlo al hospital.
Fernando era un chico que pertenecía a una familia humilde. Le gustaba el deporte y alimentarse bien (dentro de sus posibilidades). Tenía 20 años, asistía a la Universidad donde estudiaba leyes, no tenía vicios, pero ese día se puso en verdad mal y no se explicaban el por qué de tal afección al grado de perder la conciencia.
En el hospital permaneció alrededor de dos meses, tiempo durante el cual ocurrieron algunos sucesos que afectaron en gran medida la economía de Fernando, como la muerte de algunos miembros de su familia y la perdida de su empleo.
Al pasar el tiempo y después de una serie de estudios que le fueron practicados a Fernando, aún no sabían los médicos qué era lo que afectaba su organismo y decidieron darlo de alta, pues ya no había seguido con sus dolencias.
Debido a que Fernando no contaba con los recursos para cubrir los gastos del hospital, le pidió al médico que lo atendió que le diera un tiempo para conseguir el dinero y que confiara en él porque era una persona honesta y sabría agradecer todo lo que hicieron en su beneficio.
Hecho el acuerdo, dos meses después Fernando regresó al hospital a cumplir con su pago.
Fernando, con voz algo fatigada encuentra al doctor y le dice:
- Aquí esta su pago.-
El médico observa a Fernando y cuenta el dinero
- No es la cantidad que acordamos.-
Fernando, sorprendido, responde:
- ¿De verdad? Sí, tiene razón. Conté mal. Permítame un momento voy por el resto del dinero.
El médico, con tono irónico y despectivo contesta:
-No, no se apure. Dejémoslo así. No tiene importancia.
Fernando mira a los ojos del Médico y replica:
- ¿Qué dice? Claro que tiene importancia. Le doy lo que acordamos.
Sin dejar ese tono de ironía, el médico le contesta:
- No hace falta.- al tiempo que le da los resultados de sus estudios que muestran su fase terminal de cáncer.

1 Comments:

Blogger Jesús Mtz said...

JEJEJE muy chido tu cuento...

11 marzo, 2008 21:15  

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